LOS PORTEROS: ¿LOS MAYORES PERJUDICADOS DEL CAMBIO DE REGLAS?
Los porteros han salido de la cueva (por obligación).
La función del portero es, al balonmano, lo que el antihéroe al cómic: aquel personaje peculiar que trata de evitar que el adversario logre sus hazañas, en forma de goles. No creo que estén locos: simplemente les toca conducir por la izquierda. Su rol estaba circunscrito al área de portería: ese hábitat inhóspito del que todavía son dueños, pero menos que antes. Alguien decidió cambiar las reglas y el rey ya no juega enrocado. Más bien juega a veces vestido y otras con la sensación de ir desnudo. Y, aunque a todo el mundo le gusta meter goles, lo suyo es –ha sido, y sigue siendo– evitarlos.
A la impotencia habitual de encajar todos los goles, se les ha añadido ahora otra más hiriente todavía: verlos entrar sin poder hacer nada para evitarlo. La palabra “Resiliencia” no sólo la escriben con mayúscula: también la conjugan, la declinan y la deconstruyen para cada fase de este nuevo juego del balonmano sin pausas. Y el riesgo a lesionarse, ya sea del hombro o por tener que correr más que nunca, lo asumen resignados; con la ayuda de su compañero y del entrenador de porteros -el que lo tenga-.
Y todo porque a alguien le pareció que jugar con peto quedaba feo: mucho más feo es jugar todo el rato sin portero.
Shaker: Pau Ventura